La profecía sobre Denzel Washington

Como en todos lados, en el mundillo de las celebridades hay muchos tipos de personas. De los que han llegado ahí por ser «hijos de», de los que se lo han currado, de los que envidian, de los que se drogan, de los que aportan, de los que son un ejemplo y de los que no.

Hoy quiero hablarte de uno de los que pueden ponerse como ejemplo de humildad y sencillez, a pesar del exitazo que ha experimentado en su carrera y en el terreno familiar.

*Y digo éxito, porque es lo que él deseaba, no porque su vida sea el único estilo de éxito 😉

Ha llegado hasta este punto partiendo de cero, a base de compromiso, valentía, talento, don de gentes y suerte. Cumpliendo con la profecía que le hicieron de pequeño. Pero sin perder nunca de vista lo que es realmente importante.

Aquí le paso mi teclado para que te cuente él mismo su historia…


Nací el día de los Santos Inocentes en 1954 en el estado de Nueva York, como el segundo hijo de los 3 que tuvieron mis padres. 

Pasé la infancia en la escuela primaria Pennington-Grimes en Mount Vernon, donde los muchachos eran bastante rebeldes. O aprendías la ley del más fuerte en la calle o no salías bien parado… Yo siguiendo ese ejemplo, sacaba muy malas notas me metía en líos.

Mis padres trabajaban duro todo el tiempo. Él era Pastor Pentecostal y dirigía dos Iglesias. Mi madre era propietaria de un salón de belleza, donde pasaba muchas horas. Era una mujer muy religiosa, muy dura y coherente en todo lo que hacía. Yo en cambio no salí tan coherente…

Mis padres eran como el día y la noche. Ella era una mujer urbanita, criada en el barrio de Harlem. Mi padre era un espíritu libre, y lo fue hasta el día en que murió en 1991, un niño criado en una granja de Virginia. Dicen que los polos opuestos se atraen, pero no era cierto en su caso. En 1968 se divorciaron, cuando yo tenía 14 años. 

Como respuesta adolescente a un dolor causado por una situación que yo no podía controlar, empecé a comportarme de una manera muy rebelde. Mi madre, Lennis, que en ese momento no tenía energías para lidiar con mi carácter, decidió enviarme a una escuela privada bastante dura, la Military Academy en New Windsor. 

Ella temía perderme en las calles, como veía que les estaba sucediendo a mis amigos. Aquella decisión, aunque fue dura en ese momento, cambió mi vida para siempre. De no ser por ello, no habría sobrevivido en la dirección en la que me estaba dirigiendo. Tal como ella había previsto, mis amigos de entonces han pasado unos  40 años en régimen combinado en la cárcel. Eran buenos muchachos, pero las calles los atraparon, y yo pude escapar de ahí. 

Mi madre me solía decir “Hijo, nunca sabes quién está rezando por ti”. Quizá no era mi destino caer en esas trampas de la calle…

He sentido la mano de Dios en mi vida, sin duda. Recuerdo una tarde estar sentado en el salón de belleza después del colegio y que una mujer no dejara de mirarme. Cogió un papel que había en la mesa, le puso por título “Profecía” y escribió “Tú hablarás frente a millones de personas. Estás destinado a hacer grandes cosas” y me lo entregó. Recuerdo haber pensado “Ya sí, claro. ¿Y cuándo va a pasar? ¿Cómo me libro del colegio el lunes?”. La mujer era considerada una profeta en mi comunidad y en la Iglesia. Tomé el papel y lo guardé. No sabía si se cumpliría o no, pero nunca lo olvidé. De hecho, todavía lo guardo. El otoño después de aquel encuentro empecé a actuar. 

En aquella escuela militar, cambié. Me convertí en uno de los estudiantes más populares, excelente en el deporte (en baloncesto, donde jugaba como guardia), tocaba en una banda y empecé a interesarme por las artes.

‘He Got Game’, 1998. (Photo by 20th Century-Fox/Getty Images)

Al terminar el instituto, aunque de niño dije que quería ser doctor, e incluso pasé por una etapa de desear dedicarme a la política, elegí estudiar Periodismo en la Universidad de Fordham, donde me gradué en 1977. 

Durante el primer año empecé a actuar en pequeñas producciones universitarias para divertirme, porque realmente disfrutaba. Esta fue otra de las decisiones que marcó mi vida, porque allí conocí a la que sería mi esposa hasta el día de hoy, la maravillosa actriz Pauletta Pearson. 

Cuando terminé de estudiar no sabía en qué especializarme, así que decidí tomarme un semestre libre para airear mi mente (algo muy habitual en mi país). 

Como disfrutaba actuando, durante ese período trabajé como director de artes creativas en un campamento de verano en Connecticut. Participé en un concurso de talentos para el personal y triunfé con mi actuación. Me animaron a seguir actuando, me dijeron que tenía dotes. La verdad es que disfruté hacer aquella pequeña obra más que cualquier otra clase a la que hubiera asistido. 

Al final decidí dar una oportunidad al mundo artístico y me mudé a San Francisco para unirme a la American Conservatory Theater. A partir de ahí todo empezó a darse, surgiendo una oportunidad detrás de otra.

Como si al haber reconocido mi pasión, haberme arriesgado y haberme comprometido con ella, las oportunidades llegaran solas. 

En el teatro encontré mi propósito. Antes me tambaleaba continuamente queriendo ser una cosa u otra. Que si médico, que sí político, que si periodista… Actuar era divertido y además todos me decían que era muy bueno. Y no te voy a engañar, en el fondo recordaba el mensaje de aquella pitonisa. Quizá mi destino era actuar. 

Una vez que me atreví y me comprometí con la interpretación, me fue muy bien. ¡Sólo un año después de tomar aquella decisión ya tenía trabajo como actor remunerado! El empleo fue cubrir durante el verano a uno de los personajes en una obra de teatro en St. Mary’s City, en Maryland. 

Después fui en búsqueda de papeles más serios en pantalla. Todos me decían que tenía gran versatilidad actuando y una poderosa presencia, así que no me costó encontrar trabajo en numerosas producciones de televisión. 

Aparecí por primera vez en la gran pantalla en una comedia titulada Llámame Mr. Charly, en 1981, aunque fue la serie dramática Mr. Elsewhere la que me hizo conocido en todo el país. Unos años después, en 1989, gané mi primer Óscar por el Mejor Papel Secundario por mi actuación en Tiempos de Gloria. Desde ese momento comenzaron a llamarme para películas y personajes más interesantes, incluso gané otro premio de la Academia, que me dió el título del primer Afro-Americano galardonado con dos estatuillas

Hoy, después de 28 películas, parece ser que soy uno de los actores más taquilleros, y pido unos 12 millones de dólares por una película. La revista People incluso me nombró en 1990 como una de las 50 personas más Guapas del Mundo. Pero no me considero una celebridad, ni siquiera sé qué es eso.

Los hombres te dan el premio, pero Dios te entrega la recompensa.

Denzel Washington

En mis comienzos, nunca hubiera podido imaginar que llegaría a donde he llegado hoy, aun con aquella profecía en mente. Por eso sé que hay que subirse al escenario, porque es donde aprendes a actuar de verdad. Se aprende, haciendo. 

Los papeles que más disfruto son los que representan a personas reales, como el de Malcom X. Este personaje, que también representé años atrás en el Teatro, transformó mi carrera para convertirme en uno de los actores de Hollywood más respetados y aclamados. Me marcó hasta tal punto, que hasta llamé a mi siguiente hijo Malcom. 

Lo mejor de hacer películas es la magia. Te diviertes mucho creando esa magia, trayendo algo a la vida, lo que sea. Dando forma a un personaje. Los giros que los espectadores no esperan. Sentarte y hablar sobre ello antes de que nadie piense que es aburrido. Tiene que haber cierto misterio, porque si conociéramos todo antes de ver una película ¿qué gracia tendría? Saber lo que va a pasar cuando empieza el film te arruina toda la experiencia. Un espectáculo debe ser mágico y ser actor implica crear esa magia. 

Pero al final, todo esto es un trabajo, es mi manera de ganarme la vida. Lo más importante para mí es mi familia. Mi mujer y mis cuatro hijos. Tuve al primero con 29 años, y a los dos últimos, unos gemelos preciosos, con 36. 

Muchos me preguntan qué es lo que hay que hacer para conseguir que tu matrimonio dure tantos años, y mi respuesta es…. O rezar mucho O que cada vez que tu mujer te pida algo, responderle “sí cariño” y ¡respirar! jajaja

Hablando en serio, Pauletta es una gran mujer, además de una gran artista. Es muy cristiana, la que manda en la casa. Ella lidera todas nuestras oraciones. Fue ella quien se encargó de enseñarles a nuestros hijos, y como es tan buena, ¡ahora ellos saben más que yo! 

La vida es familia. Ya sabes, llegar a casa corriendo porque mi hijo tiene un partido de fútbol y querer ir a verlo. Yo lo llevo al partido, le veo, y hablamos sobre ello a la vuelta. O irnos a Italia en vacaciones. Eso es la vida. Actuar no es vivir para mí, es mi trabajo. 

Con 4 hijos, tengo que maximizar el trabajo que hago para financiarlo todo. Tengo que hacer una película por motivos económicos, lo contrario a cómo lo hacía cuando estaba soltero o antes de tener tantos niños. Aunque no sé mantenerme cómodo sin trabajar. Me doy cuenta de que no soy tan bueno sin trabajo como pensaba que sería. Me pongo muy irritable en los períodos cuando no tengo un proyecto a la vista. Mi mujer me dice que sólo soy bueno durante las 3-4 primeras semanas. Ahora estoy aprendiendo a tranquilizarme en este sentido. E intento tomarme 4-5 meses entre trabajos. 

Hace mucho tiempo, me comprometí completamente a eliminar de mi vida la bebida y cualquier cosa que me pudiera dificultar sentir mi mente o mi cuerpo unidos y en buen estado. Y las compuertas de la bondad se han abierto ante mí, espiritual y financieramente. 

Sé que como actor, el trabajo que he hecho ha llegado a las personas. Quizá suene un poco cursi pero intento hacer cosas por el amor de Dios, para enviar un buen mensaje al mundo. Varias de las películas que he hecho pienso que transmiten el mensaje de que a veces, es necesario sufrir para darse cuenta de que el odio, odiarte a ti mismo o a otros, te limita, mientras que el amor te libera

Recuerdo las palabras de la pitonisa y me digo a mí mismo “Ok Denzel, has sido bendecido. ¿Qué vas a hacer con esto?” He tenido la oportunidad de jugar a los grandes hombres y, a través de sus palabras, predicar. Ahora quiero tomar el talento que se me ha dado y usarlo para hacer el bien en el mundo. 


Bibliografía:

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