Roz Brewer, la CEO mejor pagada del mundo

Últimamente nos meten muchos miedos respecto a nuestro futuro, especialmente a las mujeres. Que si las pensiones van a ser muy escasas, que si las personas más adultas tienen menos oportunidades respecto a las más jóvenes (más aún si son mujeres…). Sin duda existen muchos -muchísimos- problemas derivados de la propia sociedad en la que vivimos. Pero yo prefiero pensar que todos podemos elegir la actitud con la que los afrontamos y que esto de alguna forma, marcará los resultados que obtengamos.

Elijo creer que existe la posibilidad de que las mujeres también cobremos más a medida que crecemos y ganamos experiencia. Que la edad no es un factor en contra, sino un plus. Y que las diferencias raciales cada día juegan un papel más pequeño en este juego de niveles.

Esto es lo que ha vivido la CEO mejor pagada del mundo, Roz Brewer. Una mujer afroamericana, que se ha montado en el dólar a base de curiosidad, trabajo duro y ganas de aprender

Le cedo mi teclado, para que ella misma te cuente su historia…


Nací en Detroit en 1962, como la última niña en una familia numerosa de 5 hijos. Mis padres eran personas muy humildes, que no tenían estudios y que hacían lo que podían por sus hijos. Trabajaban en la cadena de montaje de General Motors y con su ejemplo, nos inculcaron a mí y a mis hermanos una filosofía de vida en que había que trabajar duro y esforzarse.

Además, el barrio donde me crié también tenía su propia ética del esfuerzo y el sacrificio. Recuerdo los días de invierno, cuando para ir al colegio tenía que atravesar 13 manzanas caminando entre 30 cm de nieve espesa y dura. 

Para que te hagas una idea de un invierno allí…

A pesar de aquél camino, que resultaba tan duro, yo iba a la escuela cada día porque quería estudiar, aprender y vivir mejor de lo que lo hacía en ese momento. Aquello me enseñó una “ética del trabajo” que aún aplico hasta el día de hoy. 

Era una niña muy cabezota, tozuda e incluso algo agresiva. Gracias a nacer en una comunidad tan humilde como aquella, aprendí a liderar desde muy joven. Mis hermanos, que me querían mucho y me trataban con mucho cariño por ser la pequeña, ya lo veían. Era obstinada y lograba aquello que me proponía.

Cuando había que tomar la decisión de si estudiar o trabajar, yo sabía que quería estudiar y aprender sobre ciencia o ingeniería. La consejera psicóloga de estudios de mi instituto me mostró fotografías de una Universidad que me maravillaron, la Spelman College, en Atlanta. Se veía un campus hermoso, mujeres afroamericanas como yo, sonrientes, hermosas y felices de estudiar y vivir allí. 

Spelman College

Aquello me abrió los ojos a vivir una realidad distinta a la que tenía en ese momento y despertó en mí las ganas de salir fuera de mi hogar. Mis hermanos, que estaban ya yendo a la Universidad de Detroit, percibieron esas ganas de salir, de estudiar y de hacer algo diferente. Ellos fueron los primeros en animarme a aplicar. Mi hermaba me ayudó a cumplimentar la solicitud y gracias a eso, me aceptaron. 

Estudié química con la idea de convertirme en doctora. Pero nada más terminar, surgió la oportunidad de empezar a trabajar como técnico de investigación en la que hoy es la empresa líder en fabricación de productos de higiene a nivel mundial, Kimberly-Clark. 

En aquel momento no me di cuenta, pero hoy sé que lo que más me atrajo de aquél empleo era que se trataba de una compañía que estaba en un proceso de transformación. Querían innovar, dejar de ser una empresa de investigación para convertirse en una empresa que fabricara y vendiera productos de higiene y salud para las personas. 

Acepté la oportunidad y permanecí allí durante 22 años. Aunque entré como técnico, mi curiosidad acerca de los productos y el preguntar continuamente hasta qué punto valía la pena lo que estábamos haciendo, me ayudó a asumir roles con mayor responsabilidad y moverme al lado de los negocios. 

No me limitaba a hacer el trabajo que me mandaban, sino que me interesaba mucho saber por qué nos dedicábamos a una línea de negocios y no a otra que nos pudiera generar mayores beneficios. Mi responsable en aquel momento, José Pasos, vió en mí este espíritu de negocios y de líder y me ayudó a progresar y avanzar en la empresa.

Durante los 22 años que estuve allí, empezaron a asignarme puestos en el área de negocio, como el de Directora de Mercado o de Líneas de Producto, y me financiaron estudios de Derecho y Negocios. Gracias a esto, llegué a ser Presidenta de Operaciones de la compañía.

En aquel período, además de formarme, avanzar en mi carrera y aprender, también me casé y tuve dos hijos que ya hoy están en la Universidad.

Rosalind Brewer y John Brewer

En 2006 surgió la oportunidad de cambiar a Walmart, otra empresa que se encontraba en un momento de cambio. Allí también ascendí, pasando por ser Presidenta Ejecutiva de la región del Este, hasta ser la CEO del “Sam’s Club” un club de socios propiedad de Walmart. 

Allí encontré mi sitio para poner el foco en el sector de la salud y el bienestar, doblando el número de productos orgánicos que se ofrecían.  Este puesto me otorgó el título de la primera persona afroamericana que lideraba una división en Walmart.

En 2017 me ofrecieron la oportunidad de entrar en la junta directiva de Starbucks, como Jefa de Operaciones y Presidenta del Grupo. Algo que acepté porque se trata de una compañía con unos fuertes valores de innovación y liderazgo en el mercado. 

Starbucks me permitió implementar cambios de política y capacitación sobre prejuicios raciales para los empleados en más de 8,000 tiendas. 

Además, creé una sala de innovación para que todos los empleados pudieran venir y generar ideas siguiendo la metodología de Design Thinking que se explica en Standford. Quise involucrar a todo el mundo en el desarrollo de nuevos productos e ideas. Y esto cambió su mentalidad, porque dejaron de verse a sí mismos como departamentos estancos y verse como un equipo conjunto, que podían crear entre todos. 

En Starbucks todo iba bien, estaba disfrutando y aprendiendo mucho. Pero surgió una nueva oportunidad que llegó en el timing perfecto. En plena pandemia, a mitad de 2021, apareció Walgreens Boots Alliance, me ofreció el reto de trabajar como CEO, con una posición clave en la administración de vacunas.

Esto me impactó de una manera muy especial. En aquel momento veías a mucha gente que se estaba muriendo, que desconfiaban de la efectividad de las vacunas y las rechazaban. Yo, que tengo formación en el tema, quería ayudar a cambiar esa perspectiva y aquella oportunidad laboral me permitía poner mi granito de arena en el mundo. 


Por eso, a pesar de que estaba muy bien en la compañía anterior, decidí aceptar el reto que me ofreció Walgreens.

Además con este salto volvía al área en la que todo empezó para mí, la química.

Este paso me dió el título de la única mujer afroamericana que lidera una compañía que aparece en la Lista “Fortune 500”, publicada por la revista Fortune donde hace un ranking de las compañías más grandes de EEUU según su pago de impuestos. Capitalizamos en el mercado más de 40 billones de dólares y cuenta con más de 300.000 empleados alrededor del mundo. 

Debido a mi sueldo de 28 millones de dólares sólo en 2021, me han nombrado como una de las mujeres con mayor poder en el mundo de los negocios y la mejor pagada del año. También dicen de mí que soy una de las 25 mujeres con mayor influencia mundial, según el Financial Times. 

En cada compañía en la que he trabajado me he fijado mucho en la cultura y los valores de los fundadores de la empresa, porque son ellos quienes impregnan la mentalidad y la forma de trabajar en la organización. Todas estas han tenido una mentalidad de apertura, de transformación y liderazgo.

Pienso que mi éxito en el mundo de los negocios se debe a que tengo mucha curiosidad y siempre estoy buscando la oportunidad de aprender algo nuevo. Realmente me encanta el proceso de aprendizaje, afrontar un nuevo reto y asumir la responsabilidad. 

Por eso la novedad siempre se ha cruzado en mi camino. 

En los distintos puestos que he desempeñado estos años he tenido que desarrollar mis habilidades como líder. Y una de las cosas que he aprendido, es que a las personas que están a tu cargo, les gusta predecir cómo pensará su líder ante determinadas situaciones. Por eso yo intento focalizarme en ser consistente en mi mensaje y que éste sea claro, porque una cosa que quiero por encima de todo es que las personas a mi cargo se sientan muy apasionados y cómodos con mi manera de liderar. 

Intento crear la visión más excitante sobre mi negocio, para que todos los integrantes de mi equipo se sientan retados, y que cuando consigamos objetivos aplaudan su propio trabajo hecho en conjunto, y gracias a eso se sientan unidos. 

No hay nada mejor que  tener una experiencia común, que sea compartida entre la gente que trabaja a tu lado. 

Alguna vez he descrito el liderazgo como ser “el adulto en la habitación”. Para mí, el liderazgo no se trata de tu título, sino de saber dar pasos adelante cuando llegan crisis o situaciones difíciles. Ahí tienes que mirar dentro de ti, de tu propia consciencia y decir “tengo que dar un paso adelante”. Se trata de querer ser ese cambio y dar el paso

Otro de los aspectos por los que apuesto es la inclusión de todas las personas de la compañía. Marca la diferencia cuando caminas en una sala y te sientes incluída, escuchada y vista. Pero no se trata de llegar a un número concreto de mujeres, hombres o razas, sino de crear un ambiente donde las personas puedan prosperar.

Como líder, uno de mis roles más importantes es enseñar y entrenar a mi equipo. Pero en estos roles, donde tenemos tantas responsabilidades, a veces esto se nos olvida. Es muy importante dedicar esfuerzo en esta enseñanza, porque es lo que lleva a la empresa a crecer e innovar. 

Me he dado cuenta de que todos los integrantes de una empresa deben ser “los innovadores”, no sólo el departamento de Innovación. Si me recuerdo a mí misma, sentada en los asientos más bajos de una compañía, sintiéndome fatal porque no estaba desarrollando mis capacidades, que no entendía lo que estaba pasando, me hace darme cuenta de lo importante que es hacer a los demás parte del barco. Todos remamos juntos en esto, algunos aprendiendo y otros enseñando o entrenando al resto, y es algo que no debe olvidarse.

He pasado por épocas en distintos puestos donde no se me ha tenido en cuenta, o se me han dado retos que nadie quería porque parecían insignificantes. Aprendí a ver estas experiencias como un ambiente de aprendizaje. Nunca he tomado por garantizado las pequeñas posiciones que me han dado. Siempre se puede aprender. 

Estoy muy orgullosa de mi camino y pienso que no cambiaría nada de lo que he hecho, pero si pudiera volver atrás en el tiempo y darme algún consejo, me diría que no todo en la vida es familia y trabajo

Verás, me he dedicado siempre a mi familia, a mi marido y mis hijos y a mi trabajo. Para mí la vida eran estas dos cosas. Ahora soy consciente de que no tengo hobbies, ni aficiones de ningún tipo. No colecciono nada, no estudio otras cosas… siempre han sido estos dos aspectos. Quizá hubiera estado bien elegir algún talento al margen de estos aspectos que son tan absorbentes

Centrarme más en mí misma sería lo que hoy me recomendaría a una versión de mí misma más joven. 


Bibliografía:

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